Tribulaciones de viaje consagradas por el tiempo—Casi nos quedamos cortos—La Mina Socorro—Un Cóndor Californiano (o seis)—Un roedor muy raro Sierra de San Pedro Mártir—Orígenes geológicos—Una breve lección de biogeografía—El ecotono—Habitantes únicos—La Tasajera—Nos perdemos el almuerzo—Un viaje al cañón de La Grulla—Un nuevo paisaje—Nuestras nuevas excavaciones—Ojalá pudiera darme un baño—Los varios talentos de Whitney—Damos la mano a las truchas
Junio 3, 7am, Rancho Meling
Tomamos el desayuno con Christian que consiste de huevos, frijoles, tortillas y fruta-una comida bastante típica durante este viaje. Nuestro plan hoy es ir al Parque Nacional Sierra San Pedro Mártir, en donde conoceremos a Rolando en un lugar llamado Tasajera. El moverá nuestro equipo al tren de carga y nos acompañará hasta el prado de La Grulla.
Esta práctica de asegurar transporte hacia las montañas debió haber sido muy familiar para los científicos de antes. En 1925, mientras que uno podía llegar al Rancho Meling en carro, el camino hacia las montañas era sólo para animales de carga. Un viaje que ahora nos toma cerca de una hora y media en un camino pavimentado, en aquél entonces le tomó a Lamb dos arduos días. Pero primero debía asegurar su tren de carga. Esto significaba negociar con los locales. Cada nota de campo vieja que he podido leer está relacionada con pruebas relacionadas a los viajes, desde perder medio día persiguiendo animales de carga “bastante salvajes” que no cooperaban y que se habían escapado rompiendo equipos (5/8/1925), hasta largas demoras esperando guías mexicanos, o momentos intensos sobre el pago para guías y animales. Laurence Huey del Museo de Historia Natural de San Diego, que en algún momento fue colega de Lamb, cuenta historias coloridas de burros disidentes que intentaban salirse de la fila para dormir o simplemente galopaban con un desafiante “rebuzno de alegría” para “ser vistos nunca jamás” (6/9/23). En un momento de la expedición de Huey, la disputa sobre el precio del transporte resultó en un enfrentamiento de dos días con los lugareños que “tenían la idea de que éramos muy ricos, y en consecuencia poniendo sus precios conforme a ello” (6/3/1923). Lamb también se quejó de los problemas para pagar, particularmente cuando los lugareños utilizaban dinero estadounidense, porque “cobran a precios estadounidenses” (5/8/1925, 81-82). En lo que respecta al dinero, era fácil que las relaciones agradables se deteriorasen rápidamente. En estos momentos, es posible observar la precaria intersección de la ciencia, la economía y la política nacional y local: los investigadores estadounidenses que llegan a un país que en comparación es más pobre tratan de maximizar los escasos dólares que tienen para investigación se enfrentan a lugareños que comprenden bien la desigualdad del intercambio e intentan aprovecharlo.
Por lo tanto, es lógico que el único problema importante con el que nos hemos encontrado hasta ahora tenga que ver con el dinero y el transporte. Después de empacar algunas cosas de último minuto comenzamos a pautar la cuenta con Christian, quien nos llevará a la Tasajera para conocer a Rolando. Christian se ha puesto en contacto de manera privada con Rolando para este viaje. Le pagaremos todo a Christian-en efectivo, que es algo que no esperábamos. No tenemos suficientes dólares a la mano, así que sacamos todos nuestros pesos y apenas logramos juntar toda la cantidad. La escena es algo cómica, si no es que penosa: John y Christian en la parte trasera de la pick up de Christian, poniendo billetes estadounidenses y mexicanos hasta el peso sobre la caja. Pero también es claro que Christian piensa que nuestra vergonzosa falta de planificación es de hecho tacañería, tal vez incluso un intento de eludir el pago. Hay tensión en la escena, y el estado de ánimo de Christian que hasta el momento había sido amable y generoso, se oscurece un poco y proyecta una sombra sobre el camino de ida hasta la entrada del Parque Nacional.
Junio 3, 9 am, Mina Socorro
En el camino, pasamos por el Arroyo Socorro y la mina en el camino al Observatorio, la reliquia hace mucho abandonada, que atestigua la laboriosidad de los Johnson. Christian se ilumina un poco cuando le preguntamos acerca de ella. Hubo una pequeña fiebre del oro en Baja cerca de los tiempos de los Johnson, en contexto con otras empresas extractivas en las montañas que incluían plata y cobre, así como ónix y mármol. El oro de “placer” había sido descubierto en el Arroyo en 1876 (Sanford 31). El oro de placer es oro encontrado en depósitos aluviales, en la arena y grava que se deslava de los cañones a través de la erosión natural. La minería de placer se hace cuando las rocas no pueden sostener túneles. Las esclusas o pequeñas presas son instaladas al fondo de los cañones y controlan el flujo de agua a través de los depósitos más ricos. Un lecho de grava y agua se acumula en la caja de la esclusa, una especie de tolva que atrapa lo arrastrado. Los metales más pesados se hunden hasta el fondo, donde luego pueden ser cosechados. De esta manera, Johnson y su equipo de indios Kiliwa extrajeron 250,000 dólares durante unos 15 años de Socorro, también conocido como “Cañón de Rica”-lo cual era suficiente para pagar mano de obra, comprar equipo nuevo, cavar reservorios para la captura de agua de escurrimiento y en 1893 tallar un canal de esclusa de 18 millas (“una zanja”), una pequeña “obra maestra de la ingeniería de curvas de nivel…excavada en roca sólida con pólvora, pico y pala” (Sanford 32).
La minería de placer requiere de mucha agua, algo que escasea en esta región. Para tenerla, la zanja de Johnson la obtuvo a partir de una cuenca, el Río San Rafael (Minnich 642). Sin estar satisfecho de sólo depender de lluvias de temporada para lavar los depósitos, Johnson se acercó a la tecnología moderna, la minería hidráulica, un proceso de extracción altamente destructivo que involucra la inyección presurizada de agua a través de una manguera con el diámetro del tamaño de un plato para limpiar la grava de las paredes del cañón y bajarla a la caja de la esclusa. De esta manera, el proceso lleva las paredes del cañón hasta el lecho de roca, eliminando las orillas del cañón y con ellas cualquier sustrato que pueda servir para anclar la vegetación y-en última instancia-el ambiente mismo.
Cuando la minería hidráulica dejó de ser productiva, Johnson se adhirió a tecnologías más antiguas para extraer las últimas porciones de las laderas. Construyó un arrastre, un método para moler rocas “al colocar las pequeñas dentro de un círculo compuesto por rocas grandes y arrastrar rocas más grandes sobre estas para molerlas, hasta que ambas se hagan polvo y el oro pueda ser liberado de la base de la roca y pueda ser recuperado a través de un lavado” (Sanford 49). La operación completa era laboriosa y no hubiese sido posible o lucrativa sin la ayuda de los nativos Kiliwa.
La mina de los Johnson califica como “extrañamente productiva”, que valía el costo de su desarrollo, y por tanto era anómala en una región en la que muchas otras industrias fracasaron (Nelson 9). La historia regional-y del paisaje-está cubierta con las reliquias de estos fracasos. Edward Nelson, quien recorrió la región en 1905-06 para su Baja california y sus Recursos Naturales, anotó estos fracasos: ranchos y minas abandonadas, maquinaria descartada, edificios desiertos y campos. Nelson atribuyó estos fracasos al carácter desértico de la región: escasez de agua, poco combustible (madera), y vientos que soplan desde los cañones que son tan calientes que “parecían salidos directamente de un horno” (27). Combinado con los indios agresivos y la falta de caminos, la industria en estas montañas era poco menos que imposible.
Después de la muerte de Harry y la guerra que quemó el Rancho Johnson, la mina no se volvió a abrir. Bertie Meling atribuye esto a la pérdida de la ingenuidad de Harry, así como de sus impulsos, pero tal vez más acertado sería la pérdida de la mano de obra nativa después de las reformas de 1910-11, y las nuevas, leyes post-revolucionarias que restringían la desviación de causes. Los cambios en las características políticas del paisaje hicieron que la minería de placer fuera esencialmente imposible.
Junio 3, 10 am, El Mirador del Cóndor
Unas cuantas millas adelante, nos acercamos a una curva cerrada y mi primer pensamiento es por qué alguien habría colgado una enorme bolsa negra de basura sobre el señalamiento del kilómetro. ¡Esta bolsa resultó ser un Cóndor Californiano! Un grupo de seis de ellos está pasando el rato en un mirador. Los funcionarios del parque colocan carroña aquí para atraer a estas aves primitivas. En un acto de evidente desafío, algunos más se posan cerca de un letrero que dice No Molestar los Condors. Pasamos cerca de la primera ave por unos cuantos metros. Podría haber extendido la mano y haberlo tocado. Varios Zopilotes Aura también aprovechan la comida gratis. Estas aves-impresionantemente grandes por sí mismas-se ven empequeñecidas por los cóndores. Los cóndores son enormes aves negras con una raya blanca en la parte inferior de sus enormes alas lo que los hace fácilmente distinguibles de los Zopilotes Aura en el vuelo. Sus cabezas rosadas, sin plumas, y moteadas de un naranja-gris, ojos pequeños, y un gran pico recurvado, están diseñadas para excavar profundo y desgarrar cadáveres. Estos enterradores son una gran historia de éxito en la Sierra de San Pedro, que tiene un santuario de cóndores administrado por el Zoológico de San Diego. Se enviaron a la Sierra cinco cóndores en 2002, y en 2013, dos polluelos fueron criados con éxito allí. Para 2015, había 28 cóndores en el parque; hoy hay 36. Algunos de ellos son juveniles sin etiquetar, lo que significa que crecieron en estado salvaje.
Junio 3, 10:30 am, Entrada al Parque Nacional
Más adelante, pasando la entrada al Parque, pasamos la línea de árboles y oficialmente ingresamos el bosque de pino. Cuando nos detenemos un poco para coordinar con Rolando, observamos-y registramos por primera vez en video-a la Ardilla de San Pedro Mártir (Tamiasciurus mearnsi), una ardilla arbórea endémica en peligro de extinción que se distribuye en esta pequeña porción de montaña.
Lamb y Grinnell llamaron a estas ardillas “Sierra chickarees” y las observaron de manera similar echadas sobre las ramas horizontales de los pinos. Fueron alertados hacia los animales por las piñas descascaradas de los pinos estaban esparcidas en la base de los “árboles protectores” donde se posan (Grinnell 10/3/1925, 2565). Estas ardillas podrían haber estado separadas de sus parientes más cercanos, la ardilla de Douglas y la ardilla roja, durante los últimos 12,000 años. A diferencia de aquellas, esta no exhibe comportamientos territoriales: no “construyen o defienden grandes despensas” o basureros, no construyen nidos, y en cambio prefieren vivir en huecos dentro de los árboles. Estos hábitos de anidación pueden afectar el rango de distribución de los animales, así como los comportamientos asociados con la defensa de un nido. La ardilla parece ser más pequeña que la de Douglas, y se caracteriza por tener un vientre blanco separado de un lomo gris por una banda negra distinta. Tienen un anillo ocular distintivo y una cola reducida. Observamos a esta especie unas cuantas veces más durante el viaje y en casi todos los casos, permanecía sobre las ramas de pinos de Jeffrey, cercanas al tronco, normalmente abrazando la rama. http://arizona.openrepository.com/arizona/handle/10150/228171
De alguna manera, pasar la entrada del Parque y ver estas dos criaturas raras y carismáticas-una en peligro, la otra endémica, pero al mismo tiempo ambas muy familiares para cualquiera que viva en California-marca el fin de nuestro prólogo y el verdadero comienzo de nuestra expedición. Nos señalan algo de lo que hay de especial en estas montañas, por qué el Parque creado para su protección existe, y por qué estamos a punto de pasar por tantísimos problemas para documentarlo. Pero para entender algo de la especialidad, se requiere de un contexto, en términos de espacio y de tiempo. Como muchos paisajes en California, el tiempo es especialmente visible aquí. Viajar por el camino del Observatorio desde la costa y hasta el parque, hacia las mesetas y prados de las montañas más altas, es como leer un libro de la historia profunda de California. Es un viaje de poco más de 100 km, pero tardó unos 66 millones de años en realizarse, y serán necesarios algunos párrafos para comenzar a apreciarlo.
La Sierra de San Pedro es parte del Rango Peninsular que corre de norte a sur a lo largo del centro de la Península de Baja. Es continua a la Sierra de Juárez inmediatamente al norte, que a su vez, es continua con las montañas de San Jacinto a lo largo de la frontera. La Sierra de San Pedro Mártir es el “punto más al sur de la vegetación Mediterránea de la provincia florística de California” (Minnich 627). Si hiciéramos que los límites estatales siguieran los límites de la flora y fauna regionales, este se extendería desde la Sierra de San Pedro en Baja hasta las cascadas en el sur de Oregón. Esto significa que existe una significativa continuidad biológica a lo largo de la cadena montañosa que se extiende por toda la región. “Casi todas las especies de árboles” de esta provincia, incluidos los bosques de robles y las especies de chaparrales que son comunes en toda California, “tienen sus límites sureños” en la Sierra de San Pedro. La mayoría de las aves que se pueden ver en San Gabriels o en la Sierra Nevada también se pueden observar aquí.
Cómo es que la Alta y Baja California llegaron a compartir esta biodiversidad, era la pregunta de interés que conducía a la exploración científica en los inicios del siglo XX, y la razón misma por la que Grinnell le dio a la Sierra la prioridad máxima durante su tiempo como Director del Museo de Zoología de Vertebrados en Berkeley, que financió las expediciones de Lamb en el sur.
Grinnell creía, como muchos en aquel entonces, que Baja emergió del mar, “probablemente por segmentos”, como islas. Mientras lo hacía, se “llenó de invasiones de su base norte”-o de la Alta California-que migraban hacia el sur. Grinnell pudo haber obtenido esta idea de invasores isleños de Nelson, quien postuló la misma idea dos décadas antes (Nelson 53), pero la creencia en el pasado de islas de Baja va hasta la historia profunda de la exploración del Nuevo Mundo: Previo al siglo XX, los primeros europeos que arribaron a la punta sur de Baja representaban a la península entera como una isla, porque claramente no la habían circunnavegado y ni siquiera visto (el nombe “California” puede ser un acto de imaginación del lugar: fue el nombre de una isla fantástica en una obra de romance de 1510 de Garci rodríguez de Montalvo [Simpson 19]).
Ahora sabemos que Baja estuvo alguna vez adherido a tierras continentales mexicanas. Así como la California sureña, la Península se asienta sobre la placa del Pacífico, que se desliza hacia el norte a lo largo de una falla transformacional. A esta falla la llamamos San Andreas en la Alta California, que recorre el lado norte de las San Gabriels y al oeste de las montañas de San Bernardino. La Península de Baja se separó del México continental a lo largo de esta falla hace poco, durante la era Cenozoica, que empezó hace 66 millones de años, deslizándose hacia el norte y abriendo así el Golfo de california. Sus montañas, la Sierra de San Pedro y la Sierra de Juárez, se alzaron más recientemente, hace unos 30 millones de años por el mismo efecto tectónico que produjo la Sierra Nevada. Cuando la antigua Placa Farallón subdujo bajo la Placa Norteamericana, se derritió en el manto terrestre y lanzó burbujas de magma gigantescas llamadas plutones que se enfriaron en grandes deformidades metamórficas que conocemos como montañas. Así que en contraste con la teoría de islas, la península ya existía antes que sus montañas. La Alta y la Baja California por tanto, han compartido un intercambio de flora y fauna durante un largo periodo de tiempo.
Esto significa que el noroeste de Baja es “Neártico”, o parte de la región faunística y florística de Norte América, y no “Neotropical”, o parte de Centro y Sudamérica. Pero incluso previo al descubrimiento de la tectónica de placas en los 60s, Grinnell postuló que esto ocurría, principalmente basándose en las distribuciones de las aves, a pesar de que su geología estaba mal. Él escribió:
Una cosa, quizás más que cualquier otra cosa, ha resultado de nuestro trabajo hasta ahora en la Baja California, y es la convicción de que toda la península de California en afinidades faunísticas; no es mexicana. Salvo por unos pocos tipos de aves migratorias, y algunos murciélagos entre los mamíferos, toda la fauna de aves y mamíferos de la península parece haber derivado del norte (12/2/26).
Las afirmaciones de Grinnell de que la Baja California “pertenecía” al norte podría ser otro dentro de la sucesión de argumentos coloniales-no todos tan cargados como los de Sanford en Donde nunca murió el viejo oeste. Los términos científicos de Grinnell acarrean términos quizás significativamente más políticos que geográficos, deslizando fácilmente en la definición de “afinidades faunísticas” en términos políticos (Californianos/Mexicano), como una anexión ecológica acompañando la anexión cultural que ocurre en la narrativa de Bertie Meling.
Además, no transmiten una compresión del tiempo profundo que es necesario para revelar que Baja, geológicamente, es mexicana, en la medida en que la península alguna vez estuvo unida a la parte continental mexicana. Pero su afirmación de que la ecología no termina de forma natural en las fronteras políticas era correcta. (Sin embargo, la irregularidad del desarrollo de la tierra al norte y al sur de la frontera entre E. U. y México hoy en día indica el fin de un tipo de lugar y el comienzo de otro-una de las razones por las que estamos en esta expedición para empezar.)
Probablemente porque ambos comparten esta relación geológica, las características geográficas de la Sierra parece una versión menor de la Sierra Nevada al norte: es alta, constituida de granito con una pendiente occidental que se levanta desde la costa oeste que termina abruptamente en una cresta dentada que alcanza su máximo a los 10,000 pies y después baja precipitadamente sobre la pendiente oriental casi-vertical hacia el Desierto de San Felipe. La cresta de la Sierra es “una meseta amplia consistente de cuencas poco profundas rellenas de aluviones y praderas extensas”, de las cuales Vallecitos (2400 m) es la más alta, seguida de La Grulla y La Encantada (2200 m), y el Arroyo Santa Eulalia (1600 m). Debajo de estas altas cuencas, el rango está “rodeado por una planicie extensa del Valle de San Telmo”, por el que viajamos para llegar al Rancho Meling: un valle largo y amplio que va de este a oeste siguiendo el Río San Telmo, el mismo cuerpo de agua que conecta San Telmo y los valles de San José. Los arroyos como el Río San Telmo escurren por la larga ladera occidental y eventualmente desembocan en el Pacífico. La mayoría de estos son estacionales y el agua sólo llega al océano en temporadas de fuertes lluvias.
Como Grinnell sugiere, la geología es importante porque ha resultado en “un diseño geográfico muy diverso” (Cartron 26) que promueve un alto grado de biodiversidad, especialmente en la “parte norte y árida del país” (3) que incluye a la Sierra de San Pedrp. Estas cuencas aluviales y prados, mesas extensas y arroyos proveen un ambiente rico que probablemente sea responsable de la alta biodiversidad de la región en aves, mamíferos, y plantas que el resto de la península (Minnich 637). El Norte de Baja por sí solo es responsable en gran parte del estatus de México como uno de los 17 países “megadiversos”. Aquí, “las regiones Neotropical y Neártica se unen”, lo que producen algo que los ecólogos llaman “ecotono”, una mezcla única de comunidades de plantas y animales compuesta de especies de biomas del norte y del sur, mezclándose para crear subespecies de especies comunes en ambos lados. El resultado es que “el porcentaje de especies endémicas es sorprendentemente alto para un país que forma parte de un continente” (Cartron 3).
Este ecotono es la razón por la cual Grinnell le dedicó gran parte de sus recursos-tanto que comenzó a referirse simplemente como “nuestra sección” al describir el paralelo 32, desde San Quintín en la costa occidental de la península de Baja, sobre la Sierra de San Pedro Mártir, hasta San Felipe en la costa del Golfo. Él creía que esta era una región crítica donde las regiones faunísticas de San Quintín y de San Pedro Mártir comienzan a mezclarse con las regiones de San Ignacio y El Cabo al sur (4/25/25, G a Alexander; 5/11/25 G a Alexander; 15/8/30 G a Alexander).
La Sierra por sí misma alberga 20 subespecies de aves endémicas, y 5 especies y 3 subespecies de mamíferos endémicos, que incluye a la Ardilla de San Pedro Mártir. Su megafauna incluye pumas, venado burra y borrego cimarrón. Es la localidad tipo de la especie endémica trucha arcoíris de Baja-la razón por la que estamos empacando nuestras cañas-y es el ambiente nativo del Cóndor de California. Su flora es incluso más diversa. Alberga 15 especies de plantas endémicas en un grupo de comunidades florísticas. Siguiendo la vertiente occidental desde la costa hasta Vallecitos, las comunidades florísticas representan casi todas las que son comunes en California: desde el chaparral costero a lo largo de las elevaciones más bajas de la costa occidental, hasta los matorrales desérticos y chaparral de chamise en las elevaciones medias, y manzanita y pino piñonero siguiendo a los bosques de coníferas más arriba en la cordillera. Será todo un desafío tratar de distinguir algunas de las especies clave en cada una.
Así como en otras regiones de altas biodiversidad, incluyendo la Alta California, donde algo así como el 90% del ambiente único de costa ha sido perdido, “la biodiversidad norteña de México está ahora amenazada” por el desarrollo, pérdida de ambientes, la introducción de especies exóticas (no nativas), y otros impactos antropogénicos (4). Uno de los resultados de una investigación comparativa de biodiversidad como la nuestra es la evaluación de estos impactos a lo largo del tiempo.
Junio 3, 1 pm, de La Tasajera a La Grulla
Encontramos a Rolando en el punto de desembarque, llamado La Tasajera-un pequeño prado con un camino de tierra hacia el bosque que conduce al comienzo del sendero que nos llevará a La Grulla. Rolando nos dice que podemos caminar y pajarear por unas millas y encontrarnos con su equipo al final del camino, donde nos esperarán para llevarnos a La Grulla. Después de este punto, vamos a pie: dejamos detrás los lujos de los caminos modernos y estamos a punto de experimentar la atemporalidad del tren de carga.
Desde un punto de vista de historia natural, este es uno de los cañones más diversos e interesantes por los que he andado. Es una caminata de 4 millas que desciende abruptamente con una pérdida de cerca de 2000 pies de elevación, a través de al menos tres comunidades diferentes de plantas. El aspecto orientado hacia el sur del cañón implica que se caliente y seco, por lo que muestra una micro-ecología árida de encino de barrancas y manzanitas, salvias entre las coníferas en las mesetas arriba y abajo. El abeto blanco y los pinos de azúcar desgarbados dan paso a encinos de barrancas y un par de especies de manzanita: una, la manzanita de hoja verde (Arctostaphylos patula), de hojas cerosas, y la otra con una fina pelusa en hojas y extremos de los tallos como el Arctostaphylos glandulosa que me es familiar por mis caminatas en elevaciones más altas en el sur de California.
Casi al fondo, comenzamos a observar especies raras de salvia nemorosa, una nativa de California que sólo se encuentra en los bosques de pino en elevaciones altas, y rara vez pasando los límites de California. Tiene suaves hojas lobuladas y grandes inflorescencias violetas que parecen rosas, pero que de hecho no son flores. Como una flor que emerge de otra, la salvia produce dos pequeñas flores azules bilabiadas, opuestas la una de la otra en cada inflorescencia. Estas estaban comenzando a florecer durante nuestra visita. El lagarto de artemisa y las lagartijas escamosas de granito suben y bajan de los cantos calientes, mientras que las Charas Floridanas gritan sobre nosotros.
El cañón desemboca en una gran pradera de pastoreo al norte de La Grulla-una planicie amplia, plana y arenosa bordeada de pinos y un anillo rocoso de granito más allá. El prado es un llano pastoso masivo moteado con cantos de granito que de algún modo se han hecho camino hasta ahí, quizás como los restos de rocas mucho más grandes que quedaron atrás debido a la erosión, o porque fueron movidas allí por alguna acción glacial temprana-esta última interpretación es difícil de cuadrar con la historia de aridez de la Sierra: dudo que haya habido glaciares aquí como para mover tales cantos rodados masivos.
El prado es atravesado por postes de cerca y alambre de púas que separan el llano en pastizales. Deposiciones gigantescas petrificadas de vacas están sobre el suelo en todas direcciones, se elevan entre la densa y suave hierba y cardo espinoso que alberga una variedad de mariposas como la Mariposa cometa tigre de Baja California y varias especies de Vanessa.
La experiencia de caminar hacia el prado después de los confines del estrecho cañón es de intensa exposición-el enorme cielo azul se abre y el paisaje parece extenderse por todos lados a nuestro alrededor. A pesar de la agradable llanura de la pradera, caminar por su lecho arenoso es como caminar penosamente sobre una playa, y menos preferible que las empinadas pero firmes bases del cañón.
Junio 3, 4:30 pm, La Grulla y el campamento
Cuando llegamos al campamento, comenzamos a cocinar. El campamento está a la sombra de los pinos junto a un arroyo con una enorme formación de rocas de granito que funciona como cocina y basureros. Una losa grande y plana de granito proporciona una superficie de preparación sorprendentemente eficaz. Al principio, el arroyo parece agradable, con agua fluyendo desde el norte del prado hacia el norte, a través de un bosque de sauces al sur. En el medio, cerca del campamento, el arroyo llena una gran cuenca de granito. Rolando y su equipo mantienen sus caballos atados cerca del lecho del arroyo, por lo que el agua es menos atractiva, y mis sueños de un baño fresco en un arroyo después de una larga y calurosa caminata se acaban. Rolando, por otro lado, parece ser menos reservado: ¡simplemente recoge agua del arroyo en un balde de 5 galones sin pensarlo! Va directo a la cocina, así que supongo que, después de todo, beberemos esta agua.
Estamos cansados y hambrientos después de la caminata, pero la cena aún está a dos horas de camino. Vamos naturalizando, para distraernos. Whitney y yo logramos fotografiar algunas aves, lagartijas, y un mamífero o dos. Estamos haciendo equipo: uno de nosotros apuntará la cámara mientras que el otro rodea el escondite de una ardilla o alguna lagartija. Es una forma bastante efectiva de espantar a la vida silvestre y es divertido.
Whitney ha estado trabajando para John en el laboratorio durante 5 años, desde que se graduó del Occidental College como bióloga. Desde que trabaja con John como administradora del laboratorio, ha trabajado con aves, pero ella comenzó con la biología marina, siendo de Seattle-además es una nadadora universitaria, así que de algún modo se vía destinada con el agua. Sin embargo, su nivel de experiencia, contrasta con este cambio de enfoque tardío. Ella está tan bien sintonizada con la vida de las aves como John o James, y siendo una maestra paciente, me da algunos buenos consejos sobre la observación de aves.
Junio 3, 6:30pm, Campamento
La cena consiste de frijoles, arroz, y machaca, o carne seca mexicana, que compramos antes de dejar Ensenada. ¡Esto realmente nos llena después de nuestra larga caminata sin comida! Rellenamos cinco tortillas calentadas al fuego con la machaca y platicamos con los miembros del grupo-que eran sólo español. Esto hace que el campamento sea algo incómodo. John es el único que habla español en nuestro grupo (James y Whitney son buenos, pero dejan que John hable). Pero Rolando y Aeda son amables y sociables y después Rolando se nos une en la fogata, a pesar de la barrera del lenguaje.
Después, todavía tenemos suficiente luz para pescar en el pequeño cuenco de granito-nuestra oportunidad de ver la trucha arcoíris de baja. Después de una búsqueda desesperada, me doy cuenta de que dejé mi carrete de moscas en casa. Después de empacar y volver a empacar mi equipo, debí haberlo dejado en un Action Packer de repuesto. Es una verdadera decepción, pero tanto James como Devon tienen sus equipos, por lo que no es una pérdida total. La piscina pantanosa y cubierta de algas es profunda a pesar de su pequeñez. James engancha la primer trucha, después Devon, luego pesco con la caña de Devon y engancho dos hermosas y pequeñas truchas. Todas miden entre 5 y 8’’. Al igual que otras truchas de montaña, son ingenuas pero luchadoras: ven pocos pescadores y por tanto, son fáciles de enganchar. Son mucho más oscuras que las arcoíris que conozco, de un azul profundo/violeta. Atrapo a la mía con moscas secas, James con una ninfa.
Después nos sentamos en una gran fogata y bebemos whiskey. James y John tratan de atraer búhos con sus iPhones. James dice que la idea es empezar con pequeños llamados e ir cambiando a unos más prolongados, así al principio, no se asusta a los búhos pequeños. Si ellos piensan que hay un búho grande cerca, permanecerán callados por el miedo a ser comidos.
En cama a las 11:30 pm.